La obesidad es consecuencia de un desequilibrio de energía, en el cual su ingesta supera al gasto de la misma, durante un periodo prolongado. Numerosos y diversos factores dan lugar a un balance positivo de energía (ganancia de peso), pero es la interacción entre los diversos factores y no la acción de uno sólo lo que propicia el desequilibrio. El mundo moderno y la tecnología actual, han propiciado un "ambiente obesogénico" en el que la tendencia de acuerdo a los patrones de trabajo y de transporte hacen que en general las personas sean menos activas y tengan actitudes más sedentarias. Al mismo tiempo, la sociedad tiende a consumir alimentos procesados producidos a gran escala, que contienen altas cantidades de grasa y calorías, carecen de fibra y micronutrimentos indispensables para el organismo, por lo que este ambiente asegura irremediablemente a la obesidad como la enfermedad del siglo XXI. Estos factores a su vez, dependen de influencias sociales y ambientales que modifican la actitud de los individuos hacia la elección de alimentos poco saludables y disminución de su actividad física, características asociadas al incremento de la prevalencia de la obesidad en el mundo. Así, factores asociados al desarrollo de la obesidad son: CONTINUA....(en comentarios...)
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viernes, agosto 01, 2008
Aumento de peso y cancer de seno
Un nuevo estudio se sugiere que por cada 5 kilos que una mujer aumente tras el diagnóstico de cáncer de seno, se eleva el riesgo en un 14% de que la enfermedad sea mortal.
Factores relacionados con el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio, muestran que pueden repercutir en la supervivencia.
Los científicos comenzaron el estudio con un grupo de 4 mil 21 mujeres que habían sido diagnosticadas con cáncer de seno entre 1988 y 2001 en los estados de Wisconsin, Massachusetts y Nueva Hampshire.
Después de un promedio de seis años de seguimiento desde su diagnóstico, por cada 5 kilos de peso aumentados después del diagnóstico, el riesgo de morir de cáncer de seno o de otras causas ascendió a 14%.
La relación se mantuvo aún después de que los investigadores consideraron las diferencias de edades, por la menopausia, el hábito de fumar, y la etapa en la que se encontraba la enfermedad cuando las pacientes fueron diagnosticadas.
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